Washington Irving fue el prototipo puro de viajero romántico que pasó la mayor parte de su vida recorriendo Europa, acabando, naturalmente, atraído por el «exotismo » que ofrecía entonces España, donde llegó a ser embajador de los Estados Unidos de América entre 1842 y 1846. De origen escocés, Washington Irving realizó en 1829 entre las ciudades de Sevilla y Granada un viaje idéntico al que usted puede llevar a cabo. Fascinado por la riqueza de la civilización árabe en España, el periplo dio como fruto la ‘Historia de la Conquista de Granada’, y tres años más tarde, sus célebres ‘Cuentos de la Alhambra’, en los que narra varias leyendas granadinas: sobre Boabdil, un astrólogo árabe y la Torre de las Infantas, entre otras.
Un camino real que se establece, por vez primera, una vía comercial, entre los reinos de Granada y Castilla después del Tratado de 1244, para que los nazaríes, en tiempos de paz, pudiesen avituallarse en tierras cristianas de algunos productos de subsistencia. Ruta marcada, pues, con un carácter netamente fronterizo.
La riqueza y variedad de lugares de este itinerario granadino, determina una gran diversidad de aspectos que interesan al viajero, como la gastronomía (fundamentada en la riqueza agrícola de sus huertas, desarrolladas en época andalusí), la artesanía (rica y variada, herencia de la potente actividad gremial desde la Edad Media), las compras, las fiestas (muestran algunas de las más genuinas facetas de la Andalucía tradicional, que tanto fascinara, por su autenticidad y pintoresquismo, a los románticos), el disfrute de la naturaleza o el cante flamenco. Loja, Montefrío y otros municipios poseen monumentos asombrosos que, además, deben buena parte de sus vestigios a la herencia árabe.
Sevilla, Alcalá de Guadaíra, Carmona, Marchena, Écija, Osuna, Estepa, La Roda de Andalucía, Fuente de Piedra, Humilladero, Mollina, Antequera, Archidona, Loja, Huétor Tájar, Moraleda de Zafayona, Alhama de Granada, Montefrío, Íllora, Fuentevaqueros, Chauchina, Santa Fe y Granada.
Tramo de la ruta en la provincia de Granada
Loja, Huétor Tájar, Moraleda de Zafayona, Alhama de Granada, Montefrío, Íllora, Fuentevaqueros, Chauchina, Santa Fe y Granada.
Alrededor de 350 Km.
La Ruta de Washington Irving recorre su camino de Sevilla a Granada entre los valles fluviales de los ríos Guadalquivir y Genil. Éstos se encuentran flanqueados por las montañas que forman el Macizo Subbético.
Es un terreno constituido por campos de cultivo e importantes enclaves naturales como la laguna de La Ratosa, La Sierra de Parapanda, las sierras calcáreas de Chimeneas y de Cabra, o la Laguna de la Salada, que es además reserva natural.
Este paisaje se completa con una importante vegetación de monte bajo mediterráneo como es el acebuche, las jaras o la coscoja, y una gran diversidad de fauna salvaje como liebres, meloncillos, culebras, mirlos, mosquiteros, halcones, cernícalos y buitres leonados, entre otros.
Surge una arquitectura popular en la que se fusionan tradiciones musulmanas, mudéjares y barrocas. Es una arquitectura sencilla y noble, presente en construcciones urbanas, en haciendas y cortijos.
Es uno de los valores más importantes de esta ruta. Desde Sevilla hasta Granada, pasando por cada uno de los pueblos encontramos importantes núcleos artesanos.
En Sevilla destaca la cerámica de los alfares del barrio de Triana, la guarnicionería, la forja, el vidrio. Es muy importante la artesanía derivada de la Semana Santa y otras fiestas, y la encuadernación y fabricación de instrumentos musicales.
En Carmona, Écija, Marchena y Osuna destacan los talleres de ebanistería, fabricación y restauración de muebles de época y coches de caballos. En Antequera encontramos la talla de piedra y madera, la cerámica, los trabajos de metal en hierro y los textiles.
Por último, en Granada, que constituye un importante foco artesano, destacan la cerámica de Fajalauza, las taraceas, la orfebrería y joyería, la forja artística, las piezas de cobre, los repujados en cuero, así como la realización de instrumentos en cuerda.
El calendario festivo de las tierras sevillanas, granadinas y malagueñas arranca en el mes de enero y febrero con los festejos de la Candelaria y el Carnaval. El tránsito a la primavera lo marca la Semana Santa con las impresionantes procesiones que se desarrollan en ciudades desde Sevilla a Écija y de Antequera a Granada. En mayo llegan las romerías campestres y las Cruces de Mayo. Y en junio, marcando el inicio del verano, la festividad de San Juan. Durante toda esta estación, desde julio hasta finales de septiembre se desarrollaran innumerables ferias ganaderas, ferias grandes y festivales musicales.
Esta ruta ofrece al visitante una suculenta oferta gastronómica, gracias a la riqueza de la materia prima que compone sus platos.
Hay que destacar que, dada la influencia mediterránea de la zona, los cereales, la vid y el olivo eran la base de la alimentación y como tal sobresalen por toda la ruta el pan, el vino y las aceitunas. No hay pueblo en el que su pan no sea destacado, como es el caso de Alcalá de Guadaíra y Antequera. Así, las aceitunas de mesa y el aceite virgen de oliva acompañan y condimentan las mejores comidas. Por último, el vino en sus diversas formas, por el sistema de crianza del Aljarafe, con la denominación de origen de Vinos de Málaga o los “vinos del terreno” de Alhama de Granada. Todos estos productos son acompañados con los cultivados en las huertas y los que provienen de la ganadería y de la caza.
Los platos más tradicionales se mezclan, sobre todo en las grandes ciudades, con la cocina de nuevo estilo. Esta cocina tradicional ofrece platos como potajes, pucheros, guisos de legumbres, gazpachos, porras, salmorejos, sopas frías, embutidos, chacinas y carnes de cerdo, vacuno, cordero, choto y caza.
De gran importancia en la cocina sevillana, granadina y malagueña es la repostería, con especialidades en cada pueblo de la ruta: piononos de Santa Fe, polvorones de Estepa, tortas de Écija. Hay que destacar la maravillosa repostería artesana de los conventos de clausura.