¿Aquí qué se come?

Repostería

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Miel, azúcar, almendra y especias son los ingredientes imprescindibles en la repostería granadina. De clara influencia árabe son, paradójicamente, los dulces que elaboran las monjas en los conventos de clausura los que han logrado más renombre. Existen tantas especialidades como órdenes y conventos. Los Piononos, unos pequeños dulces que reciben su nombre, al parecer, del Papa Pío IX, merecen por sí solos una visita a Santa Fe. Los huevos moles de las monjas de San Antón o las tortas de almendra de las Tomasas suponen un verdadero deleite para los sentidos. Tampoco deberíamos dejar pasar la oportunidad de probar los almíbares de las Comendadoras de Santiago y del Monasterio de San Jerónimo, las cocas yemadas de San Bernardo del Císter, los huesos de santo de Santa Catalina, las hojarascas de Isabel la Real, etc. Los dulces sobrantes de Navidad se aprovechan para elaborar la golosa cuajada de carnaval, que se presenta en la típica cerámica de Fajalauza, y para celebrar en septiembre la festividad de la Virgen de las Angustias, patrona de Granada, se comen en familia grandes tortas rellenas de cabello de ángel o crema pastelera.

La influencia judía también ha dejado su huella en la repostería granadina. En las aljamas se preparaban bizcochos con pasas, hojuelas fritas o almíbares combinando la miel y el azúcar. Muchas de estas recetas, conservadas en las comunidades sefardíes, y otras, de tradición mozárabe y mudéjar, se perpetuarían llegando hasta la comunidad cristiana.

La dulcería alpujarreña, de indudable raíz musulmana, ofrece genuinos postres de enorme originalidad e incomparable sabor, como los majaos de Murtas, el pan de higo  de Turón, los borrachillos de Pampaneira, los buñuelos de chocolate de Lanjarón, los peñascos de Bérchules o la bizcochada y calabaza endulzada de Cádiar, Ugíjar y Válor. En ellos, harina, azúcar y miel se combinan con el huevo, la almendra y otros ingredientes como frutas o frutos secos.

El Altiplano cuenta con una repostería tradicional compuesta de hojaldres, tortas de aceite, tortas de manteca y de mosto, empanadillas de cabello de ángel o roscos de vino. Estas delicias suelen ofrecerse acompañadas de los ricos licores artesanos de la zona, como la mistela o el chumichurri.

Guadix y El Marquesado permiten degustar el popular tocinillo de Guadix, los huevos nevaos, los roscos de vino de Cortes y Graena, o la leche frita de Campotéjar, por nombrar algunos de los múltiples productos típicos de la repostería de la zona.

En el Poniente Granadino es donde quizás más ha perdurado la influencia musulmana. Prueba de ellos son los roscos y huesos de santo de Loja o cualquiera de los “celestiales” dulces elaborados por las Hermanas Clarisas de Alhama de Granada (bienmesabe, tocinillos de cielo, roscos de vinos, alfajores, tortas…).

La Costa Tropical fue uno de los enclaves en el que los árabes introdujeron la caña de azúcar en el s.VIII, lo que se deja notar en su repostería, de clara ascendencia morisca. Entre los diferentes productos tradicionales de la zona destacan la Torta Real de Motril, realizada a base de bizcocho, merengue y almendras; la Cazuela de San Juan, con calabaza muy especiada; la cada vez más escasa Torta de Al-Hajú; la Cazuela Mohína de Almuñécar; o los pestiños de Vélez de Benaudalla.

Para acabar con estas dulces recomendaciones, no podemos olvidar la repostería tradicional de Sierra Nevada, donde destacan los pestiños  y roscos de Cájar, los papaviejos de Cenes de la Vega, o los huesos de santo de Monachil.



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