Cerca de la Haza del Lino se encuentra el desvío que desciende hacia Rubite, encaramado en la Sierra de la Contraviesa y mirando al Mediterráneo. Municipio con un entramado urbano típicamente alpujarreño, de intrincadas y empinadas calles cuyas casas parecen fundirse en sus escarpados terrenos.
Esta localidad permite al visitante disfrutar tanto de la montaña como del mar, ya que el pueblo se encuentra a 15 kilómetros de la costa pero su término municipal llega hasta las mismas aguas del Mediterráneo. De los muchos anejos, cortijadas y caseríos repartidos a lo largo y ancho de su jurisdicción, merecen especial mención los de Casarones y El Lance, que atesoran dos de las playas más recoletas y tranquilas de su entorno.
Rubite conserva los restos de tres aljibes almohades con una interesante noria de indudable valor arqueológico. Datan del siglo XII y están repartidos por diferentes puntos del municipio. Junto a uno de ellos se encuentra el mirador Loma del Aljibe, desde donde se puede disfrutar de unas vistas inmejorables al mar y Sierra Nevada.
El origen de esta localidad podría remontarse a la época latina, pues su nombre parece derivado del término rubus (zarzamora), aunque los restos más antiguos hallados en sus inmediaciones no se alejan en el tiempo más allá de la época andalusí.
Bajo la dinastía nazarí perteneció a la Taha de Suhayl, llamada después Pequeño Cehel. En esta época gozó de una agricultura muy floreciente. Se cultivaban pequeñas huertas regadas por manantiales y mantos acuíferos que se aprovechaban por medio de canalizaciones y albercas. Tras la Reconquista sufrió un total despoblamiento y pasó a depender del Señorío de Albuñol, comprado por Luis Zapata y Portocarrero a la reina Juana la Loca.
En el siglo XVII se autorizó la venta de tierras y casas a los agricultores de la comarca, aunque pagando al conde de Cifuentes el correspondiente censo. La decadencia del cultivo de la vid en el siglo XIX obligó a hacer del almendro su producción principal.
Aparte de tener abundantes viñedos, higueras y almendros, Rubite cuenta con una gastronomía muy variada. Aquí se pueden degustar especialidades del mar –como la sopa zalamandroña, con sardinas y calabaza– y del interior, como las migas, los pucheros y el choto al ajillo. Entre los postres destaca el arrope de calabaza y el pan de higo.