Asentada en la falda del Monte Rosado y frente a la cara norte de Sierra Nevada, La Peza fue un antiguo castro romano, cuyo topónimo procede del término lápice (piedra), y sobre cuyo solar se construyó la fortaleza medieval encargada de custodiar el antiguo camino de Guadix a Granada por la Sierra de Huétor. Cuenta este municipio con más de 50 kilómetros de pistas forestales que permiten recorrer sus 6.000 hectáreas de sierra y bosque, en donde los pinos, las encinas y las alamedas se alternan en infinidad de rincones y parajes naturales de notable belleza, salpicados de antiguos cortijos, fuentes, minas, peñas, collados y miradores.
El patrimonio de La Peza, testigo de su historia, también constituye un atractivo. Destacan la Iglesia Parroquial de la Anunciación, los Bañuelos árabes, las ermitas de Santa Lucía, San Francisco, San Marcos y San Sebastián, así como las fuentes de Las Guijas, Las Perdices y La Encantada.
En los tiempos de la dominación romana recibe el nombre de Castrum Romano y es justamente de esta época que data el origen de este municipio. Se situaba entonces al borde de una calzada para servir de descanso y abastecimiento tanto a viajeros como soldados. Su topónimo actual procede de la época nazarí, Labassa, en relación con la piedra que se extraía de sus canteras: lápice. Fue nominada La Peca o Peca tras la Reconquista y en el siglo XIX se le llamó simplemente Lapeza.
En 1489 fue conquistada por los Reyes Católicos, aunque mantuvo todo su encanto árabe y sus fuertes convicciones, pero eso no le evitó someterse a la Corona de Castilla y no sumarse a la rebelión de los moriscos, haciendo éstos numerosos prisioneros en esta villa.
En 1810 se vivió en La Peza un episodio destacado de la Guerra de la Independencia, al resistir con un cañón el alcalde Manuel Atienza, carbonero de profesión, y arrojarse por el Tajo de Barruecos antes de caer en manos de los invasores franceses. No obstante, éstos acabaron con la tradición de La Peza de servir de vía entre Granada y Guadix, al abrir una nueva carretera por El Molinillo.
La Peza ha sido muy conocida también por la producción de carbón, e incluso se dice que aquí residían los mejores carboneros.
Además de buen pan, en La Peza se pueden degustar platos como el potaje de San Antón, el bacalao con tomate y una especie de arroz al que en algunas casas llaman ’macho‘.
También destacan las tortas de carda, roscos de pan para San Marcos, roscos de vino, almendrados y buñuelos.