Ni el significado ni la procedencia de su topónimo han podido aún aclararse, pero todo parece apuntar a su origen ibérico. La presencia humana en Gor es una de las más antiguas y productivas de la provincia, y su patrimonio histórico, monumental y paisajístico uno de los más ricos.
Se asienta la localidad a más de 1.200 metros de altitud y junto a la antigua calzada romana de la Vía Hercúlea, después llamada Augusta, cuyos rastros son aún visibles en el municipio. Las Juntas, Cenascuras y Las Viñas son los principales anejos de Gor. Se extienden éstos a ambos lados del ancho y profundo Cejo del río Gor, proporcionando con sus alineaciones de casas y cuevas una estampa única. Merece la pena desviarse por la carretera vieja para poder contemplarla desde cualquiera de sus márgenes. En cuanto a la Sierra de Gor, dispone de innumerables parajes naturales con nombres tan sugerentes como la Loma del Quemado, la Pierdra del Escarmiento, el Cerro de los Frailes, los Prados del Rey, el Pozo de la Nieve o el Pino del Nieto, un gigantesco ejemplar centenario.
En su arquitectura destacan la iglesia del siglo XVI; la plaza mayor, con soportales castellanos; la Fuente de los Siete Caños, los antiguos lavaderos públicos y los restos del castillo medieval, sobre el que los duques de Gor levantaron un magnífico palacio, hoy convertido en plaza de toros.
Precisamente en este coso celebran los goreños sus principales fiestas, en las que antes de las corridas se celebran encierros en los que los toros corren libres por las calles y son conducidos hasta la plaza.
Su poblamiento se remonta al hombre de Neandertal, habiéndose hallado piedras talladas del periodo musteriense. Igualmente se conservan numerosos testimonios tanto del Neolítico como del Eneolítico. Su pasado ibero se sitúa en el Cortijo Colorado, siendo luego lugar de asentamiento ininterrumpido de romanos, bizantinos, musulmanes y castellanos. Durante la época del Imperio Romano, Gor era una población de cierta importancia situada al margen de la Vía Augusta.
De su pasado andalusí, en que llegó a ser una notable alquería nazarí, se conservan algunos lienzos de muralla pertenecientes a su antiguo castillo medieval. Tuvo éste gran valor estratégico por hallarse en mitad del camino de Baza a Guadix, siendo paso obligado entre ambas ciudades, cuya comunicación controlaba. Más tarde, tras la conquista cristiana, que quedaría registrada en la sillería del coro de la Catedral de Toledo, la población fue donada por los Reyes Católicos en el año 1494 a don Sancho de Castilla. Era éste ayo del príncipe don Juan, instituyéndose luego sobre su señorío el título del Ducado de Gor, antes de ser vendido en 1579 por Felipe II a las 60 familias que la habían repoblado tras la expulsión de los moriscos.
La gastronomía del municipio incluye entre sus platos típicos la popular zalamandroña, a base de bacalao y tomates y pimientos secos, los andrajos con liebre, las migas con patatas, el lomo en orza y los exquisitos embutidos caseros. Así como uno de los más celebrados panes de toda la provincia y el vino del terreno conocido con el nombre de ‘pitraque’.