Alicún de Ortega es una pequeña población situada sobre terreno llano, acompañada por el río Guadahortuna y prácticamente en el límite con la provincia de Jaén. Cabe destacar que es una de las más antiguas poblaciones de la provincia, y también de las más históricas, pues se trata de la romana Acatucci. Conocida más tarde como Agatugia, los textos árabes de la Edad Media la denominaron Al-liqún, aunque en las crónicas de la expedición del aragonés Alfonso I ‘El Batallador’ la denominaron Al-liqut.
Más tarde, los castellanos, en cuyo poder estuvo algún tiempo a lo largo del periodo nazarí, transcribieron su nombre en distintos textos con las variantes de Alicum, Alicur o Alicún, imponiéndose definitivamente este último tras la conquista definitiva de los Reyes Católicos.
En esta ciudad puede visitarse una bonita iglesia del siglo XVI, de planta cuadrangular, y aunque no hay muchos monumentos, Alicún de Ortega es un lugar especialmente atractivo para disfrutar de su maravilloso entorno natural: paseos por la ribera del Guadahortuna, rutas por el bosque y paisajes hermosos confieren a esta pequeña población un carácter sosegado.
La zona en la que se asienta este municipio ha estado habitada desde la Prehistoria. En ella se han encontrado importantes vestigios arqueológicos del Neolítico y de época íbera. Durante la época romana aparece citada en el ‘Itinerario’ de Arlés (Francia) a Cástulo (Linares) como una población de la Bastitania Tarraconense situada a 28 millas de Acci (Guadix).
A partir del siglo VIII los musulmanes se instalaron en la zona y la población va ganando importancia al ocupar zona fronteriza. En 1315 sirve de escenario para la batalla de Piedras Bermejas, en la que las tropas cristianas derrotaron a las fuerzas del rey nazarí de Granada y tomaron la población. Pero no fue hasta casi dos siglos después cuando los Reyes Católicos conquistaron definitivamente esta plaza como preámbulo de la toma de Granada.
Alicún de Ortega cuenta con una gastronomía muy cuidada y variada. Gracias a su proximidad con el río Guadahortuna, sus habitantes han podido practicar el cultivo de regadío y cuentan con pequeñas plantaciones de uva con la que elaboran sus propios vinos. Algunos de sus platos más característicos son los andrajos, migas de pan y patatas, gachas y postres como los roscos de vino, alfajores, tortas de leche, etc,