Albuñuelas está situada a la izquierda del barranco Río Santo, en un extremo de la Sierra de Almijara. Debido a su altitud, desde este municipio se pueden contemplar bellos paisajes de pinos y olivos, salpicados de espectaculares tajos. En tan majestuoso escenario, y gracias a su clima, se pueden practicar todo tipo de deportes relacionados con la naturaleza. Parapente, barranquismo, espeleología o alpinismo son algunos de ellos. Cuenta, además, con dos cotos de caza (mayor y menor) que se extienden a lo largo de 7.500 hectáreas. Otra nota a destacar son sus minas de plomo, níquel y cobalto.
Merece la pena adentrarse en la Sierra de las Albuñuelas para disfrutar de parajes como la Fuente del Cañuelo, una yacimiento situado a 10 kilómetros de la localidad por el carril que comunica con la carretera de Almuñécar. Cuenta una leyenda que a veces, al regresar andando de la sierra al anochecer, se aparece a los caminantes una extraña luz, llamada la ‘Luz de la Rambla’, que los acompaña hasta un molino situado a la entrada del pueblo.
Esta localidad celebra sus fiestas populares y patronales en agosto en honor de Nuestra Señora de las Angustias. Los festejos arrancan el día 15 con la salida de dicha Virgen, San Sebastián y la Virgen niña en procesión . No faltan las verbenas por la noche y los juegos por el día, y un espectáculo de fuegos artificiales se encarga de poner el broche final.
Unas cuevas encontradas cerca del núcleo urbano demuestran que Albuñuelas fue un asentamiento humano durante la Prehistoria. En la época árabe vivió una etapa floreciente y, según cuentan las crónicas, sus habitantes opusieron fuerte resistencia a la reconquista de los Reyes Católicos. Tuvo también importante protagonismo con los moriscos, muchos de los cuales se fueron contrarios a la rebelión del siglo XVI aunque ello no les sirvió para impedir su expulsión.
Más tarde, con la repoblación con cristianos viejos procedentes de La Mancha, Albuñuelas alcanzó su máximo esplendor, tal y como lo atestiguan los documentos hallados en los archivos y las magníficas fachadas de algunas casas. Como punto negro de su historia podemos destacar el terremoto de 1884 que causó 102 muertos y la destrucción total de 362 edificios. A pesar del tiempo transcurrido y las reparaciones llevadas a cabo desde entonces, todavía son visibles los estragos del cataclismo en algunos de sus edificios.
Destacan sus quesos de elaboración casera y sus guisos de choto o cabrito, el aceite de oliva y todo tipo de productos de huerta. Platos tradicionales como pucheros, potajes, migas o tortillas de collejas, así como una repostería deliciosa como son los pestiños, buñuelos y roscos de huevo o anís.