El municipio está levantado sobre un cerro que, a pesar de su modesta altura, permite contemplar un amplio panorama de las tierras áridas y llanas de la comarca. Su núcleo urbano se encuentra rodeado de paisajes ondulados que favorecen el senderismo, el ciclismo y los paseos a caballo. En invierno sus parajes se cubren de blanco y las temperaturas en verano suelen ser suaves, incluso frescas al anochecer.
Su casco urbano cuenta con una de las estructuras más originales de los contornos, que siempre ha llamado la atención de los geógrafos. Como se desprende de la siguiente descripción del siglo XIX: “Se compone de 123 casas que, aunque mal alineadas, forman una calle que describe un círculo casi completo, uniéndose sus extremos en la puerta de la iglesia, donde se halla la plaza”.
Los duques de Wellington poseen en Agrón una gran finca denominada Fatimbullar.
No fue hasta la llegada de los árabes cuando se fundó el municipio. En la “Ihata” de Ibn Al-Jatib aparece mencionada esta localidad con el nombre de Agrum, término de raíz latina que significa campo. Su actual emplazamiento no coincide, sin embargo con el Agrum medieval, que sin duda correspondería a lo que hoy se conoce como Agrón el Viejo, cuyos vestigios pueden aún descubrirse sobre una pequeña colina a unos tres o cuatro kilómetros del pueblo.
A partir de 1492, con la reconquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos, pasaría a formar parte de la Corona. Agrón alcanzaría un desarrollo posterior con la llegada de nuevos colonos de otros reinos españoles. A continuación se suceden períodos de crisis y prosperidad. En el último siglo, a partir de la mecanización del campo, Agrón, una localidad eminentemente agrícola, entró en decadencia. En la década de 1960 su población comenzó a descender desde más de mil habitantes a los actuales.
La producción agraria de Agrón suministra a sus vecinos aceite de oliva de calidad, cereales, garbanzos, hortalizas, almendras y aceitunas de mesa. Entre sus recetas tradicionales destaca el conejo en salsa de almendras y las chacinas caseras, así como el jamón serrano.