Guarda algunas de las imágenes más veneradas de la Semana Santa Lojeña. Su retablo barroco del siglo XVII conserva un crucificado atribuido a Alonso Cano. Esta ermita cobra importancia el Viernes Santo, cuando tiene lugar la ‘corriílla’, original encierro de esta procesión, ya que los pasos y sus imágenes son llevados en volandas por los horquilleros en una veloz carrera subiendo la pendiente hasta la entrada de la ermita.