Asentado sobre una prominente elevación rocosa de la rambla de Cojáyar, los restos del Castillo de Juliana revelan la importancia de la que fuera fortaleza principal de la zona. Debe su nombre al conde don Julián, padre de Florinda, a quien los historiadores medievales tachan de traidor por su determinante papel en la invasión musulmana de la Península Ibérica.