Decenas de playas y pequeñas calas de aguas cristalinas. 320 días de sol al año. Y una temperatura media anual de 20 grados. Éstas son las credenciales de la Costa Tropical, los 73 kilómetros de litoral de la provincia de Granada. Su nombre se debe a la excepcional bonanza del clima durante todas las estaciones del año, que le permitió hace dos siglos convertirse en el único lugar de Europa donde se cultivan frutos tropicales como el mango, la chirimoya y el aguacate. Nombres que evocan sabores y lugares exóticos y que, sin embargo, son propios de uno de los rincones más privilegiados de Andalucía.
Bañada por las aguas del Mediterráneo, la costa de Granada se extiende al sur de la provincia. Para llegar se puede optar por el transporte aéreo desde los aeropuertos de Granada, Málaga y Almería. Desde Granada se accede la carretera A-44. Desde la Costa del Sol o Almería se accede por la A-7.
Para las antiguas civilizaciones, la costa granadina se mostraba como una posición estratégica en el litoral mediterráneo. El buen clima y las fértiles tierras arropadas por la sierra granadina eran los valores que apreciaban las culturas asentadas en esta zona del sur andaluz. De este modo
fenicios, romanos, musulmanes y cristianos se disputaron en diferentes épocas el control de esta tierra.
Los fenicios, grandes comerciantes procedentes de Asia Menor, se asentaron en estas tierras donde desarrollaron una creciente economía basada en la producción hortofrutícola, las salazones y el comercio. Sólo hay que pensar en la importancia que Almuñécar (la antigua Sexi) alcanzó como puerto comercial en el Mediterráneo y que escritores como Plinio ‘el Viejo’ o Estrabón narraron en sus escritos.
Durante la época romana, el esplendor de estas tierras continuó y se vio beneficiado por la inclusión de Salobreña en el itinerario que unía Cástulo con Malaka y la construcción en Sexi (Almuñécar) de grandes monumentos.
Los árabes contribuyeron más si cabe al esplendor de las tierras costeras granadinas y ciudades como Lentejí, Otivar, Jete o Almuñécar se convirtieron en grandes núcleos del Reino Nazarí. Con su llegada empezaron a proliferar los castillos, torres y vigías para la defensa de las costas frente a los cristianos. Estos mismos cristianos aprovecharían estas construcciones defensivas durante la Edad Moderna para defender la costa de los ataques de los piratas berberiscos y turcos.
Tras la conquista cristiana y la expulsión de los moriscos se iniciaría un período de adaptación que culminaría ya en la Edad Contemporánea, caracterizado por la proliferación de los cultivos tropicales y el auge de la oferta turística.[/column][/row]
La Costa Tropical granadina se exhibe al visitante como la puerta del Mediterráneo. Sus costas presentan una línea de
castillos y torres vigía de época musulmana que aún hoy, majestuosos, se yerguen a los pies de poblaciones costeras o desde altos acantilados.
Como paisaje de fondo las imponentes cumbres de Sierra Nevada. Sus poblaciones están cargadas de historia que el visitante debe descubrir. Una historia forjada en muchas ocasiones gracias al mar y aún palpable en los valiosos restos arqueológicos y numerosos monumentos que estas sencillas pero encantadoras poblaciones poseen. Así como son también poseedoras de parajes naturales de espectacular belleza que invitan a pasear y descansar. Los amantes de los deportes y actividades de turismo activo tampoco se sentirán defraudados.
De los primeros pobladores se conservan valiosos vestigios, como son los restos neolíticos y de la Edad del Bronce hallados en la Cueva del Capitán, en Lobres, y Llanos de Carchuna, en Motril, los conservados en El Peñón, El Hacho y el Camino de los Barreros, en Salobreña o la Cueva de los Murciélagos, en Albuñol, donde se han encontrado en perfecto estado de conservación piezas de cestería neolíticas.
Los fenicios dejaron su huella en Almuñécar, localidad en la que se puede admirar la Necrópolis de Puente de Noy, en la que destaca un enterramiento hallado en la parte más elevada de la colina, cuyo cadáver se encontraba en postura fetal acompañado de cuatro vasos de cerámica. Pero esta población destaca principalmente por las grandes obras que realizaría el Imperio Romano, de las que aún se conservan restos: el Acueducto del s. I d. C., la Torre del Monje, el Columbario La Albina o la Cueva de Siete Palacios. Esta última obra, gran aljibe formado por un conjunto de bóvedas que rodean el cerro de San Miguel, es una de las manifestaciones urbanísticas más importantes de la Hispania romana. Alberga en la actualidad el Museo Arqueológico Municipal, donde se expone un valioso vaso cinerario del faraón Apofis I, datado entre los siglos XVII y XVI a. C.
Con los musulmanes proliferarían los castillos fortaleza, las torres vigía y las atalayas, como sistema de defensa ante las incursiones de las tropas cristianas. Prueba de ello son los restos de los Castillos de Salobreña, Albuñol, San Miguel, Castell de Ferro, Carchuna o La Herradura. Los cristianos edificarían en el siglo XVI fortalezas como el Castillo de Baños. Numerosas torres vigilan aún las playas de la comarca: la Torre de Cautor, de la Instancia y las ubicadas en Albuñol o en Cerro Gordo y Punta de la Mona, ambas en La Herradura. La arquitectura religiosa también se plasma; en las múltiples iglesias existentes en las localidades de la Costa Tropical, como la de la Encarnación, en Almuñécar, una de las primeras de la provincia de estilo protobarroco; o la de la Virgen del Rosario, del s. XVII, en Albuñol.