En la primavera de 1829, el escritor norteamericano Washington Irving visitó Granada en su viaje por España como agregado de su embajada. A pesar de una corta estancia de mes y medio, la ciudad nazarí y, en concreto, la Alhambra despertaron en él una gran fascinación, que marcaron su obra. Resultado de ello son sus célebres Cuentos de la Alhambra, donde recopiló las historias que, según él, escuchaba de los locales.