Ramón Carazo, artista y profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Granada desde 1922 hasta 1933, sería, junto a Gabriel Morcillo, el último gran creador de una escuela granadina específicamente autóctona de la generación posterior a Rodríguez Acosta y López Mezquita, con un estilo muy característico que no tendría una continuidad relevante en la ciudad. A este estilo granadino Carazo aportaría un sentir poético y evocador que emerge de un mundo creado, sencillo y cotidiano, formado por sus expresivas figuras de la realidad circundante, con nombre y a menudo mote, pero en cierto modo sublimadas ante un paisaje romantizante, rodeadas de objetos populares como, vidrios de Castril, cerámicas granadinas, de Níjar, de Andújar, cobres batidos, tejidos alpujarreños, etcétera.